Símbolo de Una Gota de Salud Una Gota de Salud
Médica atendiendo a paciente en rancho

Quiénes somos

Llevamos más de quince años ayudando a mejorar la salud de personas en situación de vulnerabilidad en parajes remotos del noroeste de Córdoba.

Un compromiso genuino

En los rincones más olvidados del noroeste cordobés, donde el acceso a la salud es casi inexistente y el agua escasea, Una Gota de Salud trabaja incansablemente para brindar atención médica y mejorar la calidad de vida de cientos de familias que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad. Desde 2008, esta asociación civil sin fines de lucro ha construido una red de profesionales de la salud, estudiantes y voluntarios solidarios que cada mes recorren más de 150 kilómetros para brindar atención médica, odontológica y nutricional en comunidades donde los servicios de salud no llegan.

Grupo de voluntarios de Una Gota de Salud

Ajena a cualquier condición política o religiosa, el objetivo de esta organización es garantizar el derecho a la salud en comunidades aisladas, cortando el ciclo de la desnutrición y las enfermedades crónicas que afectan a generaciones enteras. A través del trabajo constante y la organización de visitas periódicas, se logra reducir, al menos un poco, la incidencia de enfermedades evitables como el Chagas, la lepra, la hipertensión y la parasitosis. Más que una simple asistencia, la labor busca generar un impacto real y duradero, brindando esperanza y fortaleciendo la salud de familias que, muchas veces, son invisibles para el resto de la sociedad.

Una misión clara

La historia de La Gota se remonta al año 2006, cuando la doctora Susana Roldán viajó a las salinas de Córdoba y se encontró con una realidad desgarradora: niños lastimados que, a modo de pañales, vestían mangas de camisas llenas de hojas, abuelos postrados con muchísima desnutrición, y familias enteras viviendo en condiciones extremas, sin agua potable ni recursos básicos para subsistir. Aisladas y sin acceso a hospitales o centros de salud, estas comunidades padecían enfermedades evitables y sufrían en silencio las consecuencias del abandono.

Grupo de voluntarios de Una Gota de Salud

Las madres desnutridas tenían niños desnutridos, lo que generaba un círculo vicioso que se propagaba por generaciones, y la idea de Susana fue cortar esa cadena llevando los nutrientes y vitaminas necesarios para acceder a una mejor salud. Pero lo que comenzó como una visita personal se convirtió en un compromiso de por vida, y al poco tiempo otros profesionales y voluntarios se sumaron a la causa. En 2008 el grupo se consolidó bajo un nombre que reflejaba su esencia: Una Gota de Salud, inspirado en la frase de la Madre Teresa de Calcuta:

“A veces creemos que lo que hacemos es sólo una gota en el mar, pero el mar no sería el mismo si le faltase esa gota”.

Con el tiempo, la organización creció y estableció un sistema de asistencia más estructurado. El segundo sábado de cada mes, un equipo de aproximadamente 40 personas—entre profesionales de la salud y voluntarios—se traslada a distintas comunidades de la región: Las Ollas, Los Leones, Santo Domingo, Puesto Torrado, El Abra, Pozo del Ñato, Cachiyullo, San Nicolás y alrededores. En estos lugares, donde llueve apenas tres veces al año y la falta de agua potable es un problema constante, las enfermedades proliferan con facilidad. Muchas personas padecen Chagas, hipertensión o diabetes sin recibir ningún tipo de tratamiento adecuado. Una Gota de Salud les brinda atención médica, agua potable, alimentos esenciales, ropa, calzados y frazadas entendiendo que una buena nutrición y el abrigo son la base de una buena salud.

+10 parajes
visitados

+600 familias
asistidas

+130 viajes
realizados

La sede de la asociación está ubicada en Santa Rosa 1803. Allí se guardan las donaciones y los voluntarios ayudan a armar los módulos alimentarios. También dan una mano para cualquier cosa que se necesite, así sea cebar un mate mientras los profesionales clasifican medicamentos. Mensualmente se organizan las zonas a visitar, mediante relevamientos realizados con anterioridad, y como no hay medios de comunicación, los parajes conocen las fechas en que van a recibir las visitas y esperan anosiosos el arribo de los médicos.

A pesar de la falta de caminos adecuados y la distancia que separa a los parajes de la capital provincial, los viajes se sostienen gracias a la colaboración de quienes ponen sus propios vehículos y recursos para llegar a destino. Al arribar a los parajes, se suele generar un clima de fiesta: las personas reciben a los voluntarios con mucha ilusión, les brindan lo poco que tienen y esperan a que todos se retiren para recién volver a sus ranchos. En cada visita, La Gota no solo da asistencia médica, sino también un abrazo afectivo, esperanza y dignidad. El alma del proyecto son sus propios miembros, desde jubilados hasta estudiantes, que tienen un solo corazón: ayudar al otro.

Lo que hacemos  →